Dicen que no está claro cual es la capital cultural
europea en estos momentos. Una tendencia es que París lo fue en el pasado,
Londres actualmente y Berlín lo será en el futuro. Aquí queda nuestra experiencia en
esta última. Tu, ¿por cuál te decantas?.
Berlín es una ciudad cosmopolita y monumental, donde ocio y cultura caminan de la mano, donde dentro de su amplia oferta deberás elegir tu recorrido, en el que no deben de faltar las siguientes paradas.
La Puerta de Brandemburgo, icono de la ciudad y de la separación entre oriente y occidente,
actualmente símbolo de la unidad. Se encuentra ubicada en Pariser Platz,
definida como centro de la ciudad. Una vez allí, aprovecha y asómate al interior
del DZ Bank, obra de Frank Gehry, del que ya hablamos en este blog en nuestra visita al Hotel Marques de Riscal. El arquitecto, junto a la puerta de Brandemburgo, sitúa en el interior de la sede de un banco, la forma de
ballena que la normativa urbanística no le dejó para la fachada exterior. Otras
plazas obligadas son Alexanderplatz, Belbelplatz, Gendarmenmarkt, Sony Center y Potsdamer
Platz, peatonales, comerciales y circundadas de edificios históricos,
antiguos, reconstruidos o rascacielos modernos, contraste de modernidad y clasicismo.
Para disfrutar de las vistas
de la ciudad desde una considerable altura, tres serán tus opciones. Desde la
cúpula de la Catedral (Französischer Dom), aunque por si misma merece
una visita, desde la Torre de televisión (Fernsehturm) o desde la cúpula
de cristal del Parlamento (Reichstag).
Esta fue nuestra elección ya que a las vistas se une la sorprendente
estructura arquitectónica que permite iluminar el parlamento con luz natural.
Checkpoint Charlie, es la teatralización de lo que fue el
puesto fronterizo más conocido de Alemania, "turistada" en todo caso, interesante su museo, en el que
podrás observar la creatividad de los alemanes que consiguieron cruzar la
frontera clandestinamente.
East Side Gallery, la
mayor galería de arte al aire libre, se trata del trozo de Muro más largo en
pie, mural en el que se han pintado 118 obras, entre ellas, el famoso Trabant
atravesando el Muro o el beso entre Honecker y Breschnev, líderes comunistas de
la República Democrática Alemana y de la Unión Soviética respectivamente. Desde
este punto, visita el ambiente nocturno de los locales de Schlesische Strabe
o acércate a bañarte al Arena Berlín, sorprendente piscina sumergida
en el río.
Un par de paseos te darán una
visión distinta de la ciudad, el primero en bici, recorre el Parque
Tiergarten, situado en el centro de la cuidad entre la Puerta de
Brandemburgo y la Columna de la Victoria. Otro será uno de los
recorridos del centro de Berlín desde los barcos que recorren el Río Spree,
desde donde disfrutarás de la Isla de los Museos, el Reichtag, la Chancillería,
la Estación Central y otras vistas. Pateando no olvides el barrio judío, cosmopolita, vanguardista y actual sede de los artistas.
Dicen que la nueva historia de la ciudad se asienta sobre su trágica etapa del nazismo y
dos son las visitas que se consideran imprescindibles. Monumento a los judíos de Europa asesinados o Monumento al holocausto. Se trata
de una enorme plaza con losas de hormigón, entre las que el visitante debe
pasear, sentir y reflexionar. Y por último la visita a un campo de concentración. El más
cercano será Sachsenhausen, que aunque se encuentra en su mayor parte reconstruido
e incluso ambientado, lo ciento es que escuchando su historia en algún momento
te estremecerás.
En cuanto a gastronomía no han sido muchos los
descubrimientos, disfrutar del brezzel, snakcs de pan; currywrust
por todas las esquinas, más o menos elaborados, salchicha cocida o asada,
servida con una salsa especial con curry espolvoreado; hachse o codillo;
ensalada de patatas y algún que otro guiso de legumbre y patata.
Visita inolvidable, llena de imágenes de contrastes que no te dejará indiferente. Con amigos siempre mejor, "aunque sean gallegos". Bicos.
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