Una vez más es Navidad, y de nuevo te guste o no te guste, lo cierto es que hay que darse un paseo por el centro de Madrid, disfrutar de su iluminación nocturna, ver el árbol de navidad de Sol, llevar a los niños a ver Cortilandia, gastar algo de dinero en el mercadillo de la Plaza Mayor, comer un bocata de calamares y montar en el tiovivo.
De igual modo no es menos cierto que nos comportamos como borregos, aguantamos un Metro repleto de usuarios en fin de semana, una calles peatonales impracticables, pagamos un precio desorbitado por unos cuernos de reno que se iluminan y que no volveremos a usar en la vida, cantamos una canción que propone El Corte Inglés, que se grabará en tu memoria a fuego, pero si tienes niños, no puedes plantearte ni por un momento mostrar tu cara de amargado.
Aunque también puedes plantearte que estés equivocado, que el mundo gire bien y tú estés nadando contra corriente. Si en Navidad sólo eres capaz de ver una bombilla iluminada, de oír una canción de una cadena de centros comerciales y de oler calamares, vas mal. Recuerda que igual es familia, amistad y generosidad.
Si no te he convencido, al menos recuerda que este año puedes sustituir los calamares por unas buenas cañas y tapas en La Martina, situado en la Cava Baja 10 de Madrid, local acogedor con dos pequeños salones o "guas", como dice su dueño. Aunque presumen de sus tostas y tartas, reconozco que lo que hemos probado es su tabla de ibéricos y su pasta con albahaca, en cualquier caso, buenísimo. No cometas el error de salir sin probar un mojito o caipiriña diferente, de momento solo hemos testado, el mojito de fresa y la caipinegra, ambos aprueban con nota.
P.D. El camarero que nos atendió, un tío bueno de dos metros, aunque no le encontrarás todos los días, y su mujer preciosa. Andrés, María, un beso.
Cada día los artículos van ganando en detalles, vas a encontrar al cronista que llevas escondido. Un abrazo
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